Todos los que se paran a conocer la historia de Frómista o de
sus monumentos, han leído alguna vez sobre la reina Doña Mayor, sobre San
Telmo, el siglo de la ilustración o el milagro de la patena. De alguna manera u
otra, todos podemos llegar a conocer los puntos más característicos de la
historia de este maravilloso pueblo. Pero además de la historia más didáctica,
más común en los libros, Frómista ha sido protagonista de otros momentos
históricos que merecen la pena ser mencionados y conocidos.
Muchos de los que algún día han pasado por Frómista, incluso
algunos fromisteños, desconocen que
nuestra villa fue espectadora de lujo de la primera unión entre León y Castilla,
en el siglo XI o que mediado el siglo XX poco después de arrancar un tren de la
estación de RENFE de nuestro pueblo, el fugitivo más famoso de la España
franquista iba a escarparse lanzándose al vacío y nadando por el Canal de
Castilla. Tampoco saben seguramente, que Frómista parece ser que fue uno de los primeros
lugares del mundo en los que un médico hizo guardia esperando enfermos, casi
seguro en forma de peregrinos, allá por el siglo XIII. Muchos turistas se irán
después de visitar Frómista sin saber que el fundador de Vega Sicilia, contrajo matrimonio en la iglesia parroquial de San Pedro con una joven local y que un tal Antoni
Guadí se iba a quedar enamorado de los saetines que coronan nuestros barrios
bodegueros, cuando viajaba hacia Astorga.
Tal es así, que los puso en su siguiente obra.
Todas estas historias las explicaremos a su debido tiempo en
este blog, pero con estas líneas el lector se puede hacer una idea de que
Frómista, no es un pueblo más del Camino de Santiago, ni solo una villa con una
famosa iglesia románica. En nuestra tierra se aúnan la historia de los libros
con la historia cotidiana, esa que podía haber pasado en cualquier lugar, pero
que, casualmente pasó aquí.
Vermudo III, rey leonés que participó en la batalla de Tamarón, llevada a cabo en la vecina Támara de Campos
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