Se suele comentar que quien no está en Internet, no existe. La verdad es que, en la actualidad, me parece una afirmación bastante falsa, porque puedes estar en la red y no existir y puedes no estar en internet y existir, tener presencia en ella.
Me explico. A partir de la afirmación que he hecho arriba, hubo un boom en la creación de páginas web que quizá en un primer momento tuvo su lógica e incluso su éxito; pero internet avanza y evoluciona rápido y muchas de esas páginas, cuyo mantenimiento ha sido nulo, se quedaron obsoletas en un espacio muy corto de tiempo y ya no tienen utilidad alguna. Por lo tanto, negocios y personas están en internet, pero es como que no existieran.
La otra variante se está dando en la actualidad. Hay personas, negocios o, vinculados al turismo, monumentos que no tienen página web alguna, facebook ni nada semejante y que, sin embargo, existen en internet y, es más, son valorados sin el conocimiento de los propietarios.
Nunca había hecho caso a ciertas páginas hasta que me llegó un comentario en torno a San Martín a mi sistema de alertas de Google.
Alguien había vertido una opinión sobre la iglesia de San Martín de Frómista en una página que se llama Tripadvisor y la consulté. Introduzco el enlace para que quien quiera lo pueda consultar. No se puede tener queja ya que ninguno de los comentarios es negativo: lo máximo es alguna opinión calificando de normal el monumento y que conocían otros edificios románicos que les gustan más. En esta página se valora muchos de los mejores monumentos de la geografía de Castilla y León y supongo que también del resto de España.
Cuando hablo de la tiranía de internet lo hago pensando en quienes tenéis negocios en Frómista orientados hacia el turismo. También he encontrado opiniones en torno a algunos de negocios en Frómista en páginas como Trivago, Tripadvisor, Toprural o Brujulea. No hay, de momento, opiniones negativas, pero hay que tener en cuenta que hoy en día cualquiera puede verter opiniones sobre vuestros negocios evaluando hasta el mínimo detalle (trato al cliente, limpieza, calidad de productos y servicios) y que la gente no se corta un pelo a la hora de valorar, porque he llegado a ver valoraciones tremendamente negativas a algún establecimiento hostelero de nuestra provincia, demoledoras, por el simple motivo de intuir que trataban mejor a otro cliente de las mesas vecinas.
Por eso hablo de la tiranía de internet, porque un mal gesto, una palabra a destiempo o una mirada extraña a un cliente puede tener más repercusiones de cara a la imagen de un establecimiento que el trabajo bien hecho día a día. Y, ¡ojo!, porque este tipo de páginas cada vez son más consultadas de cara a organizar viajes y vacaciones.
Es más, a mi Facebook llegan invitaciones para probar Tripadvisor y páginas similares. ¿A vosotros no?
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